Sra. Dª ALICIA ARAUJO
MADRID 12 de Noviembre de 1967.
Estimada Señora:
Con fecha 26 de Junio empecé a escribirle una carta que al fin no pude terminar pues como no urgía su envío dejé su terminación y luego pasaron los días, nos fuimos de viaje mi Señora y yo y entre unas cosas y otras hasta mi segundo regreso a Madrid no me he decidido a poner en orden mis papeles para liquidar este asunto.
Me propuse escribir en persona a todos los corresponsales que ellos (quiero decir los de Ummo me dictaban para enviárselos los documentos distintos de Química, Biología, etc.) Mi propósito es que si en el plazo de año o año y medio estos señores de UMMO no regresan o dan señales de vida, hablar con todos ustedes personalmente y decidir lo que hemos de hacer. Yo tengo pruebas de verdadero interés y aunque sería con la condición de que mis derechos sobre su propiedad se me fuesen respetados, no tendré inconveniente en que los vea el Gobierno y lo vean los ingenieros para su estudio.
Esto por una parte es mi intención, y por otra me preocupa la parte moral, es decir hago bien en esa decisión o si es romper la confianza que ellos me depositaron. Todo sería más fácil si ellos me hubiesen dejado lo que tenía que hacer. Ahí es un fallo de ellos y en justicia he de decir que es el único fallo que yo he visto en el Señor Dei noventa y ocho que era un Señor que empezó a dictarme cosas a usted.
Pues en efecto. El no solo me prohibió que me diera a conocer a usted y a los demás corresponsales de España sino que en cierta ocasión planeamos una reunión reservada dirigida por un Profesor de la Universidad de Madrid. Ya lo teníamos todo preparado y de entre los corresponsales habíamos elegido los que se encontrasen en Madrid fueran ingenieros o Físicos es decir los más importantes para luego de llegar a un acuerdo invitar a los demás y exponerles a los Señores de Ummo el punto de vista de todos. Pues bien, no sé como (mejor dicho sí lo sé o me lo figuro) se enteraron y eso que lo tuvimos en secreto y escribimos confidencialmente a todos esos señores.
Se enteraron como le decía y no sabe como se pusieron. Me prohibieron que hasta que pasase “algún tiempo” y ellos me lo autorizasen no intentase por mi cuenta darme a conocer, y si no que romperían todo contacto. Se trataba no de forzarme bajo castigo sino de un compromiso moral. Comprenderá usted que no es porque ellos por mi colaboración me hayan remunerado mejor, o peor, es que hubiera sido una traición, pues si ellos no hubiesen pagado yo tampoco sería capaz de romper este compromiso.
Pero ahí está la cuestión, y es que ellos cuando se marcharon no dejaron clara mi posición pues como quien dice en realidad no se despidieron siquiera aunque casi lo dieron a entender.
Como yo no he hablado con usted no se si usted creerá en todo ello o no, seguramente usted tampoco creerá pues por lo que he oído casi nadie de los que reciben y hablan con ellos creía que unos señores vinieran de Ummo que es un Planeta a gran distancia. Es natural pues yo al principio llegué a tomarles por locos. La historia de como los conocí es larga y algún día se la contaré pues fueron ellos los que vinieron a casa por un anuncio que pusimos en la Prensa.
Yo he llegado a saber uno de los Hoteles donde llegaron a hospedarse. Que será quizá una prueba más aunque de poca importancia pues los Hoteles tienen registrados sus clientes y como ellos se presentan con nombres falsos será fácil identificarlos pues habrá camareros que hayan hablado con ellos.
Yo he llegado a salir con ellos muy contadas veces pero he salido. Sé porque ellos me lo dijeron que se pasaban el tiempo visitando museos y edificios de Madrid. Un día me pidieron ayuda pues tenían que falsificar una tarjeta para entrar en la hemeroteca Nacional de Madrid que está situada en la calle de Zurbarán número 3. Me dijeron que por supuesto podía negarme pero me dijeron que no era inmoral puesto que el único fin era estudiar una serie de revistas del Extranjero. Me presenté en la ventanilla y todo se resolvió rápido, la señorita que me atendió no sospechó nada.
Dos meses antes de su marcha (o quizá tres) pues no apunté la fecha vino uno de ellos ya anochecido (Ellos solían venir por la tarde hacia las siete después de salir yo del trabajo, y me dictaban cosas) pero como aquel día no los esperaba yo llegué tarde a casa, y estaba esperándome en el comedor. Mi mujer entonces era desconfiada y prefería hablarles lo menos posible. Me dijo cuando llegué que deseaba pedirme un favor. Se trataba de que iban a hacer un trabajo en una zona de Madrid en que podía haber vigilancia y como ellos tenían pasaporte de otro País deseaban ir con un español, y me explicó lo que tenía que decir si alguien nos hacía alguna pregunta embarazosa. Me dio una máquina fotográfica y un aparato de tres pies para atornillar la cámara y me dijo donde tenía que esperarlos la tarde siguiente.
Recuerdo que era sábado y no tenía oficina. A las tres ya me había dejado el taxi allí, en unos jardincitos que hay nada más pasar el Puente de Segovia por la carretera de Extremadura. Ellos no tardaron mucho. Iban en un Renault gris que luego supe era alquilado y cuya matrícula he apuntado y no sería difícil buscar. Uno de ellos paso a la otra parte del Río Manzanares (A este le conocía poco pues no hacía mucho había venido de América del Sur) El otro se llamaba Daa tres y se quedó a mi lado. Yo monté el aparato para disimular que estaba haciendo fotos, y mientras tanto con disimulo Daa tres iba poniendo en distintos puntos de la zona unas piececitas que luego pude ver pues tenía una cajita de metal muy grueso llena de pintura rosa. Vi perfectamente donde las ponía, unas enterradas en tierra y otras en la baranda de hierro junto al Río, metiéndolas junto a los mojones de piedra que sostienen la baranda.
El otro Señor luego tiró la Río dos bolas que se hundieron. No pasaba casi nadie y nadie nos molesté. Me pidieron que esperase, cuando regreso de la otra orilla, y se metieron en el coche como media hora. Daa tres me explico luego que aquellas pastillas de tamaño de una uña eran testigos radiactivos y que servían como puntos de control de ciertas mediciones y me explicaron más, pasamos por el puente otra vez y me dejaron en la calle Segovia quedándose ellos con la máquina de fotografía.
A primeros de Junio cuando ellos se marcharon volví al Jardincito que está entre el Río Manzanares y la Avenida del Manzanares. -Nosotros habíamos estado precisamente al lado del Puente en un sitio donde la barandilla hace un recodo. Busqué con un destornillador en los mojones de piedra que une los tramos de la barandilla y saqué una de las pastillas, no me atreví a tomarla pues me dijeron que eran radiactivas eso puede ser peligroso tenía como pegado un papelito como de plástico, y eran iguales que las vista como si hubiera pintado unos pedacitos de metal con pintura rosa o lacre o plástico. No me atreví a llevármelo así que sin tocarlo con la mano lo tiré al río. Pero hay más allí pues si no quitaron ese no habrán cogido los restantes. Yo creo que por lo menos otros dos sé donde están. Además sé donde cayeron las bolas metro más o metro menos y yo no ví tampoco que las recogieran como no creo que las haya arrastrado el Río, yo creo que dragando el Río será fácil encontrarlas.
Otras cosas podría contarla Señora Araujo, pues hemos llegado a conocer mi Señora y yo a la que fue la Jefe de todos ellos en este Mundo y que vino a Madrid precisamente antes de que se marcharan todos ellos a Ummo en tres Platillos Volantes. Todo esto parece fabuloso pero es real e incluso la Prensa lo publico en dos de Junio del presente año (1967).
Seguramente usted Señora Araujo me dirá que qué pienso de todo esto. Yo no puedo dudar ya a estas alturas que estos señores que he conocido, que han venido una y otra vez a mi casa, que me han dictado centenares de páginas que ellos mismos a veces dibujaban luego, vengan de ese Planeta que ellos llaman Ummo se muchas cosas de ellos. Sé por ejemplo que hace diecisiete años vinieron a Francia por primera vez y que allí aprendieron el idioma y ellos han explicado a otros toda la Historia. Además no solo yo sino mi Señora hemos sido testigos de cosas asombrosas que yo desafío que un ingeniero las invente.
Pero ahora se han marchado todos a su Planeta. Y si queda alguno no creo que sea en España.
Usted no creerá seguramente esto aunque ellos la hayan hablado si usted no ha llegado a verlos, pues todo esto suena a novela y es natural que uno desconfíe.
Pero todo esto ocurre porque por ahora no puedo dar la cara y aclarar todo esto. Si ellos no dan señales de vida de aquí a un año o año y medio creo que debo presentarme a la Autoridad y a Usted y otras personas para que entre todos pongamos en claro un asunto tan importante para España. Yo no solo puedo presentar testigos sino un aparato de ellos. Además tengo anotadas muchas cosas, matriculas de Automóvil, nombre de un Hotel donde sé que se hospedaron, nombre de un comercio que los conocían como turistas de Noruega, Una pensión donde ellos vivieron cerca de una semana, papeles de ellos, inventos que se pueden patentar, y un Arquitecto que al fin he descubierto que sabe que ellos son de Ummo y que les ayudaba aunque el ha tenido el cinismo de negarlo (Yo puedo demostrar que él al menos envío una vez un paquete a Australia ) Yo he hablado con él y a pesar de mi promesa de silencio no tuvo la nobleza de reconocerlo.
Quien pueda decirme que yo no cumpliría entonces lo que me exigieron, pero tenga en cuenta que antes de marcharse ellos debieron darme instrucciones seguras y que no dejaran duda. No creo que yo les perjudique si de verdad se fueron. Que conste que si estuviesen aquí yo sería incapaz de nada que les perjudicase, La prueba es que yo hasta ahora he guardado silencio y lo mismo mi Señora. Tan solo dos familiares lo saben también y nadie más del círculo de conocidos o antiguos compañeros de oficina.
Señora Araujo. Tengo algunos folios que yo mecanografié, dictados a su nombre. Usted perdonará que no se los haya enviado, pero la marcha de ellos trastornó todo este asunto. Luego estuve dos veces de viaje, y sus papeles están sin grapar y mezclados con otros. A usted recuerdo que le enviábamos cosas de Biología que es su especialidad. Ellos siempre sabían la especialidad de cada uno y le enviaban cosas de su ciencia correspondiente.
Espero no haberle cansado con tan larga carta, yo cuando hablo de ellos me entusiasmo y no se acabar pues estaría días hablando de esto. Con razón se dice que la realidad a veces es mayor que la novela y que el Cine,
Queda de usted Su affmo. q. b. s. m.